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Los horóscopos y lo que la astrología NO explica

por Luis Rivas

Publicado en l'herbasana 93, abril-mayo 1995

 

 

 

Las constelaciones, un poco de historia.

No se conoce con exactitud el lugar y el momento en que fue concebido el primer sistema de constelaciones. Parece desprenderse de textos cuneiformes y de objetos recuperados de la civilización del valle de Eufrates, que las constelaciones de Leo (el León), Taurus (el Toro) y Scorpius (el Escorpión) ya eran conocidas hacia el año 4000 antes de Jesucristo.

En las poesías de Homero (siglo IX antes de Jesucristo) y de Aratus (siglo lll antes de Jesucristo) ya se nace mención al sistema de constelaciones.

Los babilonios, más de trece siglos antes de Jesucristo ya habían instituido las constelaciones zodiacales, como el zodíaco actual, el de los babilonios empezaba por Aries, siguiendo por el Toro, los Gemelos, el Escorpión y el Sagitario alado de dos cabezas. Posteriormente se incluyeron la Balanza y los restantes. El nombre de zodíaco procede de que la mayoría de las constelaciones que figuran en él representan animales.

Probablemente Hacia el siglo V antes de Jesucristo, tanto en Babilonia como en Grecia, fue identificada la eclíptica (el camino que sigue el Sol y los planetas a través de la esfera celeste en el curso de un año. Ya en el siglo ll, Ptolomeo catalogó 1022 estrellas agrupadas en 48 constelaciones. En épocas posteriores los catálogos se ampliaron y el número de constelaciones fue aumentando, sobre todo debido al mayor número de viajes que los navegantes efectuaban al Hemisferio Sur. Bayer publicó en 1603 un atlas que contenía 12 nuevas constelaciones visibles desde dicho Hemisferio. Posteriormente, en 1624, Hevelius cartografió otras tres más, y así se fue completando poco a poco el mapa celeste Hasta mediados del siglo XVlll, en que quedó prácticamente como está ahora, con un total de 88 constelaciones.

La clasificación actual de las constelaciones es la admitida por la Unión Astronómica Internacional en 1930.

Qué son las constelaciones.

Cuando se observa el firmamento a simple vista, en una noche de atmósfera transparente y oscuridad total, se puede apreciar unas 2500 estrellas.

En las antiguas civilizaciones se creía que existía una relación total entre las estrellas que formaban las figuras de las constelaciones. Actualmente se sabe que esto no es necesariamente así, y que la inmensa mayoría de las veces todo responde a un efecto óptico de posición, pudiendo estar unas estrellas muy próximas a nosotros y otras muy lejanas. De todos modos, siempre ha existido la necesidad de clasificar las estrellas y asociar a cada una de ellas con una sola constelación.

Desde la antigüedad, las diferentes culturas trazaron líneas inexistentes que unían ciertas estrellas, formando figuras imaginarias a las que dieron nombre y que son las constelaciones, las cuales representaban personajes mitológicos, objetos comunes, animales, etc.

La gente no usaba relojes y se guiaba por el Sol y las estrellas para saber en que punto del día se encontraban, para orientarse, para conocer las distintas estaciones, etc., repercutiendo todo ello en sus costumbres cotidianas. Era importante especialmente para saber la mejor época para la siembra y la recolecta en el campo, del cual vivía todo el mundo. El conocimiento de las constelaciones ofrecía una eficaz ayuda en la orientación a viajeros y navegantes. Todo esto hacía más fácil identificar estrellas en el cielo, saber la hora, orientarse, al tiempo que permitía transmitir mejor su conocimiento de generación en generación.

       

IZQUIERDA: La constelación de la Osa Mayor y la figura que representa según la mitología.  CENTRO: La perspectiva para un observador terrestre muestra como estrellas, independientes entre sí, pueden formar las figuras de las constelaciones.  DERECHA: Movimiento propio de las estrellas que forman el carro de la Osa Mayor. Puede apreciarse que la figura que vemos hoy es algo circunstancial.

Obviamente, que unas estrellas unidas por líneas imaginarias formen la figura de una constelación, no significa que mantengan ninguna relación física entre sí. De hecho, en la mayoría de los casos todo se debe a un efecto de simple perspectiva. Las estrellas de una constelación están a diferentes distancias de nosotros, y se mueven en direcciones diferentes y a velocidades distintas.

Debido al movimiento de traslación terrestre alrededor del Sol, éste queda proyectado sobre las constelaciones del fondo y sigue un camino repetitivo que se denomina eclíptica. La franja o banda del cielo de unos 18° de anchura que tiene en su centro a la eclíptica, se conoce como el zodíaco, y las constelaciones que se encuentran en esa franja son las constelaciones zodiacales.

Dentro de esa franja de cielo se mueve no sólo el Sol, sino también la Luna y los planetas, dado que todos ellos se mueven en planos orbitales muy parecidos. La franja del zodíaco se dividió así en 12 partes iguales, correspondiendo a cada una de ellas un "signo del zodíaco". Según la astrología, cada individuo pertenece al signo que "aloja" al Sol en el momento en que nace. Es decir, que si hoy el Sol está en Aries, los nacidos en el día de hoy pertenecen al signo de Aries.

¿Qué es Ofiuco?. ¿Por qué es zodiacal?.

   

Por mucho que la prensa se empeñe, la constelación de Ofiuco no es un invento nuevo, ni mucho menos un "descubrimiento". Está cartografiada desde hace siglos, como se ve las ilustraciones que acompaña a este artículo (observe la figura humana con la serpiente junto a la balanza).

Reproducción parcial del mapa del firmamento del Astronomicum

Caesareum de Petrus Apianus, Ingolstadt, 1540.

Se aprecia a Ophiuchus (Ofiuco) junto a la Balanza (Libra).

El firmamento de Boeck zee-kaardt de Johannes Van Keulen,

Ámsterdam, 1709. Bajo el nombre de Septentarius se representa

a Ofiuco como un hombre con una serpiente arrollada al cuerpo.

Todas las constelaciones tienen un nombre latino que es el que se utiliza internacionalmente (Scorpius es el Escorpión, Aquarius es Acuario, Libra es la Balanza, Pegasus es Pegaso, Ursa Major es la Osa Mayor, etc). Ophiuchus es el nombre latino de la constelación de Ofiuco. También se la conocía en la antigüedad como Serpentarius (el Serpentario), y así aparece cartografiada en muchos atlas celestes a3ntiguos.

La representación de Ofiuco es de una serpiente enroscada en el cuerpo de un hombre. Ofiuco, en la mitología, suele ser identificado con Asclepio, el primer médico y cirujano, que acompañó a los Argonautas. Curó a enfermos con tal eficacia que Plutón se preocupó del declive de inmigración al infierno y convenció a Zeus para que arrojara un trueno a Asclepio y lo puso entre las constelaciones.

Todavía hoy la medicina y la farmacia se representan con una serpiente arrollada a un poste o columna, quizá debido a la asociación del desprendimiento de la piel del reptil con la renovación de la vida. La denominación de Serpentario resulta una palabra inusitada en castellano, ya que no hace referencia al domador de serpientes, sino al que utiliza su ponzoña como poción curativa.

Como ya se ha dicho, el zodíaco abarca una franja de 18° de anchura centrada en la eclíptica (línea que recorre el sol). Si fuéramos estrictos, encontraríamos hasta 24 constelaciones que en mayor o menor parte pertenecen a la zona zodiacal, a lo largo de la cual deambulan todos los planetas hasta Neptuno. Si tenemos en cuenta a Plutón esa franja se ampliaría hasta el triple, incluyendo aún más constelaciones. En la época de florecimiento de la astrología, el último planeta conocido era Saturno, los descubrimientos de Urano y Neptuno hicieron que los astrólogos asumieran estos planetas con cierta dificultad, y aún así Plutón les incomodó más todavía.

Por donde se resquebraja la astrología.

Al dividir la franja del zodíaco en 12 partes iguales se ignora la realidad, ya que el período durante el cual el Sol se encuentra en un signo determinado no se corresponde bien con el tiempo durante el cual se encuentra en la verdadera constelación de ese nombre. La razón de ello es que las constelaciones no tienen todas la misma anchura ni están uniformemente espaciadas.

Mapa celeste en el que se aprecia a Ofiuco situado entre Escorpio y Sagitario. La línea roja, denominada

 “eclíptica” señala el recorrido del Sol a lo largo de semanas. Obsérvese que el Sol no permanece durante

el mismo tiempo en cada constelación. Atraviesa Escorpio en 7 días, Ofiuco en 18 y Sagitario en 32.

Como todo proviene de las figuras mitológicas, los tamaños son distintos. Es inmensamente mayor la figura de Sagitario (mitad caballo, mitad arquero) que la modesta balanza que representa Libra. De hecho, el Sol está en Sagitario 32 días, y sólo 23 en Libra. También es inmensamente mayor Virgo (en la cual el Sol está 45 días) que Aries (en la cual el Sol sólo permanece 25 días).

Ofiuco, por ejemplo, es mayor que Escorpión (el Sol está 18 días en el primero y sólo 7 en el segundo. Sorprendente ¿verdad?. Resulta que Ofiuco es más zodiacal que Escorpión y que éstos últimos son una minoría, ya que ese signo abarca solamente una semana de cada año.

El movimiento circular del eje de la Tierra se denomina

precesión y es comparable al del eje de esta peonza.

Si observamos el movimiento de una peonza (ver la ilustración) notaremos que, además de su giro, su eje se balancea describiendo una circunferencia. Exactamente lo mismo ocurre con la Tierra, cuyo eje se halla inclinado. Gira sobre sí misma en un día, y su eje completa una circunferencia cada 26000 años en un movimiento denominado precesión. Ello provoca que el polo celeste se mueve lenta pero incesantemente, siendo apreciable cuando se habla de siglos.

Así por ejemplo, la gran pirámide de Kheops se construyó orientando su pasadizo principal hacia la estrella Thuban (la estrella alfa de la constelación del Dragón) que en aquella época era la estrella polar. Del mismo modo, nuestra actual estrella polar dejará de serlo con el paso del tiempo por causa de la precesión, hacia el año 10000 la polar será Deneb (la estrella alfa de la constelación del Cisne) y en el año 14000 lo será Vega (la estrella alfa de la constelación de la Lira).

Recorrido del polo celeste con el paso de los siglos. Los años se indican en el círculo central.

En el año 3.000 aC el polo estaba junto a Thuban, que era la polar de aquella época.

Actualmente está junto a la que llamamos Polar. En el futuro estará junto a Deneb y Vega.

(Adaptado de Wikimedia Commons).

Ello afecta a todos los sistemas de coordenadas, por lo cual los astrónomos cambian su sistema de coordenadas cada 50 años para adaptarlo a la realidad. eso es algo que la astrología aún no ha hecho nunca.

También por efecto de la precesión, actualmente el equinoccio de primavera ya no está en Aries, sino en Piscis, y dentro de mil años estará en Acuario, siguiendo su recorrido por todo el zodíaco. Esto es algo de lo que los astrólogos hacen caso omiso.

La precesión provoca que hayan cambiado las fechas en las que el Sol recorre cada una de las constelaciones del zodíaco, lo cual motiva que no esté situado en absoluto en el signo que se indica en los horóscopos de las revistas. Actualmente, la diferencia entre el signo del zodiaco y la constelación en que realmente se encuentra el Sol es de 30 grados (unas 60 veces el diámetro de la Luna llena).

Así por ejemplo: ¿nació Ud. el 15 de Septiembre?. Entonces siempre le dijeron que era Virgo ya que el Sol se encontraba en ese signo. Falso, el Sol el 15 de Septiembre está en Leo. Si nació el 8 de Junio, el ser Géminis es anecdótico puesto que ese día el sol se halla en Tauro.

Signo

Fechas astrología

Fechas astronomía

Núm. días

Acuario

21 ene / 19 feb

16 feb / 11 mar

24

Piscis

20 feb / 20 mar

12 mar / 18 abr

38

Aries

21 mar / 20 abr

19 abr / 13 may

25

Tauro

21 abr / 21 may

14 may / 19 jun

37

Géminis

22 may / 21 jun

20 jun / 20 jul

31

Cáncer

22 jun / 22 jul

21 jul / 9 ago

20

Leo

23 jul / 23 ago

10 ago / 15 sep

37

Virgo

24 ago / 23 sep

16 sep / 30 oct

45

Libra

24 sep / 23 oct

31 oct / 22 nov

23

Escorpión

24 oct / 22 nov

23 nov / 29 nov

7

Ofiuco

 

30 nov / 17 dic

18

Sagitario

23 nov / 21 dic

18 dic / 18 ene

32

Capricornio

22 dic / 20 ene

19 ene / 15 feb

28

De todos modos, las fechas astronómicas varían cada año. No todos los años en las mismas fechas y horas comienzan las estaciones. Ello se debe a que el año civil dura 365 ó 366 días, mientras que el año astronómico dura 365,2422 días. Tras un año bisiesto, las estaciones empiezan antes, y van retrasándose 6 horas de año en año, hasta que un nuevo año bisiesto compensa la desviación.

Nadie debe escandalizarse. Quisiera recalcar que esto no son invenciones ni suposiciones, sino hechos objetivos que cualquier escéptico puede comprobar por sí mismo con sólo levantar la vista y observar el firmamento.

Hace relativamente poco tiempo, alguien nacido un 23 de Septiembre (día del equinoccio de otoño) me preguntaba por su signo, ya que según unos horóscopos u otros era Virgo o Libra. El equinoccio no siempre se produce a la misma hora e, incluso, algunos años se produce el 22 de Septiembre en lugar del 23. Este problema es extensivo al equinoccio de primavera y a los solsticios de verano e invierno (las estaciones no siempre comienzan a las mismas horas todos los años).

Por lo tanto, las discordancias entre los horóscopos se hacen patentes. Compruebe Ud. el 21 de Junio (día del solsticio de verano) si el Sol está en Cáncer como dicen los astrólogos. Se sorprenderá de ver que en realidad está en Géminis.

¿Por qué todo esto sale ahora a la luz?.

Los astrónomos (científicos que estudian los astros y sus fenómenos físicos) y los astrólogos (aquellos que dicen predecir nuestro futuro con la posición de los astros), siempre han sido dos colectivos enfrentados.

Los astrónomos siempre han intentado hacer ver a la gente que las predicciones de la astrología no tienen ninguna base científica. Sin embargo, a muchos les inquietaba que en Estados Unidos, durante el mandato de Ronald Reagan (de 1981 a 1989), su opinión era claramente condicionada por Nacy Reagan, su mujer, que ejercía una notable influencia sobre el mandatario. Pero esa inquietud se amplificó cuando se supo que Nancy Reagan consultaba casi a diario cuestiones de estado con un astrólogo.

El 3 de septiembre de 1975, un total de 186 científicos (18 de ellos, premios Nobel)- firmaron un manifiesto contra la astrología, por iniciativa del astrónomo Bart J. Book, el divulgador científico Lawrence E. Jerome y el filósofo Paul Kurtz.

   

El problema empezó a ser preocupante cuando, hace pocos años, en los Estados Unidos se comenzó a tener en cuenta el signo zodiacal y la carta astral para procesos de selección de personal en ciertas multinacionales. A igualdad de méritos, un inestable Capricornio podía perder su oportunidad en favor de un metódico Virgo.

Llegados a este punto, la astronomía alzó su voz de protesta y comenzó a movilizarse. No podía consentirse que presidentes de empresas, políticos e incluso estadistas, recurrieran a astrólogos y videntes en busca de consejos. Además, se pensó que se jugaba con la buena fe de las personas para mantener un negocio que mueve miles de millones de dólares en todo el mundo.

En España, más de 250 astrónomos y astrofísicos suscribieron, en 1990, una declaración que advertía al público contra las predicciones de los astrólogos porque «sus principios carecen de fundamento científico».

A pesar de ello, los astrólogos siguen sin variar sus posturas, por lo cual la astronomía busca asestar golpes más decisivos. El último de ellos, el propiciado por la Royal Astronomical Society desde Londres, no consiste en absoluto en ningún descubrimiento como han dicho algunos medios de comunicación, sino en revelar lo que siempre fue así pero no convenía explicar. Ello es inadmisible en las puertas del siglo XXI.